By Javier Karmy Bolton
Originally published by Elciudadano.cl in Spanish.
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La industria forestal en Chile ha estado impulsando la generación de árboles genéticamente modificados para obtener mayor productividad. Al menos está documentado que hasta el año 2014 el Consorcio Genómica Forestal, compuesto por las forestales Mininco y Arauco, la Universidad de Concepción, CEFOR (empresa de la Universidad Austral) y la Fundación Chile, impulsaron cuatro líneas de investigación tendientes a generar pinos y eucaliptus transgénicos que tuvieran características especiales: obtener mayor cantidad de celulosa por árbol, mayor resistencia al frío, resistencia a hongos y mayor rendimiento en cuanto a su utilización en la industria de la celulosa.
Esta información es parte de una investigación del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) que se presentó el miércoles 22 de marzo en un Foro denominado “Árboles Transgénicos: El nuevo y nefasto impulso de la industria forestal”, en el Auditorio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción. La instancia fue organizada por STOP GETrees (Alto a los Árboles Transgénicos), la Campaña Sólo el Pueblo Ayuda al Pueblo, Diario Resumen y OLCA. En este contexto, está de visita en Chile una importante delegación de opositores a la transgenia de Uruguay, Nueva Zelanda y Brasil, que participarán, además, de foros en las ciudades Temuco y Santiago.
Recordemos que en Chile existen aproximadamente tres millones de hectáreas de plantaciones forestales, de las cuales casi 750 mil son de propiedad del holding CMPC de la familia Matte. Casi el 90% ha sido subsidiado por el Estado vía Decreto Ley 701, y ha quedado demostrado lo inflamables que son este tipo de monocultivos en los recientes incendios de enero y febrero de 2017.
La estadounidense Anne Petermann, directora ejecutiva y co-fundadora del Proyecto Justicia Ecológica Global, explica a El Ciudadano que los árboles genéticamente modificados “son desarrollados para hacer las plantaciones de monocultivo mucho más productivas, pero tienen más impactos y serios”, y describe que “usan más agua, requieren más uso de químicos que contaminan el suelo, el agua y el aire, y dañan la salud de las personas”.
Para Petermann, el pino y el eucaliptus “contribuyen a que el fuego se expanda muy rápido porque son muy secos e inflamables”, por lo tanto, afirma: “nos preocupa que la ingeniería genética de árboles haga que crezcan más rápido, haciendo que los incendios sean mucho peor”. “Por eso es tan importante estar aquí dando a conocer las luchas de los países que han dicho no a los árboles transgénicos”, sostiene.
Incorporando un gen
Alejandra Parra, miembro de la Red de Acción por los Derechos Ambientales (RADA) y quien presentó la investigación “Árboles Transgénicos en Chile”, explica que a estos árboles, modificados genéticamente, se les incorpora un gen con el que liberarían una toxina pero que no es específica, “ya que podría actuar como pesticida frente a muchas especies de insectos, lo que significa que podría dañar la biodiversidad de los bosques de Chile, porque los insectos son una parte importante de los ecosistemas”.
Es más, Parra expresa que si se llegara a autorizar el eucaliptus productivo resistente al glifosato, “significaría un mayor uso de este herbicida, que va a generar mayor contaminación de los ríos, de las aguas superficiales y subterráneas, y, además, un mayor riesgo para la salud de las personas, pues es reconocido a nivel internacional que puede provocar cáncer”. Al mismo tiempo, se corre el riesgo de que estos árboles al reproducirse traspasen esas características a otras plantaciones más allá del límite autorizado.

La integrante de RADA sostiene, además, que existen nuevas líneas de investigación, por ejemplo, los que se vinculan con “la detección de genes de árboles que captan metales, como el cobre”. Esto se está desarrollando con biorremediación de suelos, lo que podría significar “la profundización del modelo extractivista minero porque podría permitir que la actividad minera use estas plantas como biorremediadores y los use como forma de plantearse como actividad sustentable y aumentar su producción”.
Por eso no es neutral que sea justamente la Fundación Chile una de las interesadas en este tipo de investigaciones de árboles transgénicos ya que, tal como dice su web institucional, uno de sus socios es la minera BHP Billiton.
Fundación Chile y las autorizaciones del SAG
El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) ha autorizado la realización de este tipo de experimentos, tanto en pino y eucaliptus, como en árboles frutales como ciruelos, manzanos y cítricos, por lo menos entre los años 1996 y 2015, ya que la última solicitud de la que se tiene conocimiento data de este último año. Alejandra Parra afirma que una de las instituciones que más solicitó permisos para la transgenia ha sido la Fundación Chile, que ha trabajado con árboles relacionados con la industria de la celulosa.
Auditorio escuchando la exposición de Alejandra Parra referente a árboles transgénicos en Chile. Foto: Felipe Grez Parra aclara que si bien las autorizaciones del SAG permiten solamente la experimentación “con medidas de confinamiento”, la legislación en Chile es sumamente débil, por lo que se corre un riesgo permanente. La resolución exenta N°1523 del año 2001 “limita supuestamente el uso productivo de las plantas transgénicas en Chile”, sin embargo, el artículo 15 dice que “cualquier otro uso tiene que ser autorizado por el SAG de manera expresa”, lo que significa que “no existe una prohibición de uso con fines productivos de los transgénicos en Chile, sino que está sujeto a una evaluación del SAG caso a caso”.
Los datos que existen hasta ahora en torno a la experimentación con árboles transgénicos han sido extraídos de la información que ha entregado el SAG, sin embargo, son parciales, porque pese a que Parra afirma que solicitaron “los análisis de riesgo de estos experimentos”, no los entregaron “porque contestaron que era confidencial”.
Y el problema es mucho más grande porque muchos centros de investigación de las universidades son privados, por lo tanto, queda al propio arbitrio de éstos el difundir dicha información. Parra afirma que incluso “muchas veces son investigaciones que se realizan con fondos públicos” financiados por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt).
ENGLISH TRANSLATION
The forestry industry in Chile has been pushing for the generation of genetically modified trees for greater productivity. At least it is documented that until 2014, the Forestry Genomics Consortium, made up of Mininco and Arauco foresters, Universidad de Concepción, CEFOR (a company of the Austral University) and Fundación Chile, promoted four research lines to generate pine and Transgenic eucalyptus trees that had special characteristics: to obtain more cellulose per tree, greater resistance to cold, resistance to fungi and greater yield in terms of its use in the cellulose industry.
This information is part of an investigation by the Latin American Observatory of Environmental Conflicts (OLCA), which was presented on Wednesday, March 22, at a Forum called “Transgenic Trees: The New and Nefarious Impact of the Forest Industry”, in the Auditorium of the Faculty of Medicine of the University of Conception. The event was organized by STOP GETrees, the People’s Only Aid to the People, Summary and OLCA Campaign. In this context, an important delegation of opponents to the transgenics of Uruguay, New Zealand and Brazil is visiting Chile, which will also participate in forums in the cities Temuco and Santiago.
Recall that in Chile there are approximately three million hectares of forest plantations, of which almost 750 thousand are owned by the CMPC holding of the Matte family. Almost 90% has been subsidized by the State via Decree Law 701, and it has been demonstrated how flammable these monocultures are in the recent fires of January and February of 2017.
Anne Petermann, executive director and co-founder of the Global Ecological Justice Project, explains to El Ciudadano that genetically modified trees “are developed to make monoculture plantations much more productive, but have more serious impacts,” and describes that “Use more water, require more use of chemicals that pollute the soil, water and air, and harm people’s health.”
For Petermann, pine and eucalyptus “contribute to the fire expanding very fast because they are very dry and flammable,” he says, “we are concerned that the genetic engineering of trees will cause them to grow faster, Fires are much worse. ” “That’s why it’s so important to be here to raise awareness of the struggles of countries that have said no to transgenic trees,” he says.
Incorporating a gene
Alejandra Parra, a member of the Action Network for Environmental Rights (RADA) and who presented the research “Transgenic Trees in Chile,” explains that these genetically modified trees are incorporated with a gene that would release a toxin but that Is not specific, “since it could act as a pesticide against many insect species, which means that it could harm the biodiversity of Chile’s forests because insects are an important part of ecosystems.”
Moreover, Parra expresses that if glyphosate-resistant productive eucalyptus was authorized, “it would mean a greater use of this herbicide, which will generate greater contamination of rivers, surface water and groundwater, and, in addition, a greater Risk to the health of the people, because it is recognized at international level that can cause cancer “. At the same time, there is a risk that these trees, when reproduced, will transfer those characteristics to other plantations beyond the authorized limit.
“The experimentation with transgenic pulpwood trees only aims to improve the productivity of the forest sector and expand even more,” says Alejandra Parra, asserting that this would aggravate all the impacts of the forest model in Chile that already exist.
The member of RADA also maintains that there are new lines of research, for example, those linked to “the detection of genes from trees that pick up metals, such as copper.” This is being developed with soil bioremediation, which could mean “deepening the extractive mining model because it could allow mining activity to use these plants as bioremediators and use them as a way to consider themselves as a sustainable activity and increase their production.”
That is why it is not neutral that the Fundación Chile is one of those interested in this type of transgenic tree research, as one of its partners is the mining company BHP Billiton.
Fundación Chile and the authorizations of the SAG
The Agricultural and Livestock Service (SAG) has authorized the realization of this type of experiments, in pine and eucalyptus, as well as in fruit trees such as plums, apple trees and citrus, at least between 1996 and 2015, since the last request Which is known to date from this last year.